Cosas que hago desde que soy madre

Si es que ser madre te cambia la vida, para bien en casi todos los aspectos menos en tu aspecto los primeros meses 🙂

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Y reflexionando reflexionando me veo haciendo cosas que no hacía antes, algunas ni por asomo, así que ahí van las 12 cosas que hago desde que soy madre:

  1. Cantar: es quizá la que más me sorprende. Nunca, bajo ningún concepto cantaba, no quiero ser responsable del cambio climático. Sólo había 2 excepciones a esta norma: el Cumpleaños Feliz (cantado por lo bajinis camuflado entre otras voces) y los villancicos de Navidad, a poder ser cuando los demás hayan pimplado lo suficiene para aprecias mi prodigiosa voz. Pues, ay amiga, te haces madre y ahora hasta por la calle , verguenza fuera. A mi niño parece que le gusta. Y oye, que de tanto practicar creo que ya lo hago mejor.
  2. Hacer intimidades sin intimidad: no penséis mal, se trata de necesidades básicas de ducharse, mear, cagar (sí, también perdí el pudor a llamar las cosas por su nombre). ¡Si es que a veces intenta asomarse!
  3. Desplegar actividad cuando debería descansar: esto es así, tenemos mil tareas pendientes y un rato sin tenerlo en brazos o estar pendiente de él y creo que subimos la productividad del país.
  4. Hablar con tantos extraños: todo el mundo se para a hablar cuando voy con él, y a opinar, por descontado.Y tener que explicar tu manera de criar, todo el día justificándote.
  5. Enseñar las tetas: bueno, yo no las enseño, pero eso cree mucha gente. Pero puedo decir que han paseado por muchos sitios ya: parques, salas de lactancia, museos, geriátricos, tren, coche, casas ajenas, calle… cuando el hambre aprieta…
  6. Dormir sin dar vueltas: ésta me está costando, ya que soy de no parar mientras duermo. Pues el colecho es lo que tiene, que si te mueves… pierdes.
  7. Leer sólo cosas de bebés: con lo que yo he sido y con lo que me gusta leer novelas, pues ahora lo más parecido que me he leído a una novela es el Bésame mucho de Carlos González. Y todo el día leyendo, tuiteando, buscando información sobre bebés. Deberían darnos un grado o convalidarnos una carrera.
  8. Dormir de día: soy de mal dormir, además de moverme me cuesta mucho conciliar el sueño, y de día ya ni de coña… hasta que tienes un bebé pequeñito y tienes que aprovechar.
  9. Hacer un blog: me da pudor hablar de mis cosas sobre todo con desconocidos, así que he tenido que hacerlo de manera anónima, y siento que aún no me he soltado.
  10. No tener tiempo para nada y pasar el día sin saber en qué lo he gastado (esto creo que nos pasa a todas).
  11. Cocinar: una de las cosas que más odio en el mundo. No me gusta, no le pongo amor, me estresa, no sé qué cocinar… Pero ahora lo hago y me preocupo que lleve todos los nutrientes necesarios para mi enano. Otra cosa es el resultado…
  12. Tener tanto miedo a hacerlo mal, a cagarla y que sea algo que le marque de por vida. Pero creo que con esa preocupación ya indica que hago algo bien, no? NO?

Habrá muchas más, pero como también he perdido neuronas, pues no me acuerdo!

 

 

 

Conciliación: una lucha de todos

Conciliación: una gran palabra que en teoría viene a decir dar facilidades para combinar el trabajo y la vida familiar y personal. Y digo en teoría porque en España no es así. Aquí o no existe conciliación o significa cuánto dinero/derechos estás dispuesto a perder para poder ocuparte de tu familia, e incluso prestigio social y laboral. También aquí parece que conciliar es un verbo femenino, los hombres  lo tienen más crudo y está peor visto.

Evidentemente no en todos los países es así; todos sabemos que los países del norte de Europa son la panacea para tener familia: largas bajas, facilidades para trabajar desde casa, excedencias parcialmente remuneradas, prestigio social, valor de la infancia. Y no existe discriminación hacia las mujeres, porque los hombres también concilian.

Pero amigos, esto es España, donde si estás calentando la silla parece que trabajas más; donde nos han vendido un tipo de paternidad acorde con sus tiempos productivos: las guarderías son importantes para socializar, los biberones son mejores que la lactancia materna, los niños tienen que dormir solos, están malcriados si no se quedan con cualquiera, tienen que tener horarios… todo lo necesario para amoldarse a nuestra vida y no nosotros a la vida del niño, así podemos seguir en la cadena productiva y no sentirnos mal.

Por suerte algo está cambiando. Nuestro instinto nos dice que eso no es lo correcto, cada vez más padres quieren implicarse más en la vida de sus hijos, estar más presente. Y somos muchos los que pensamos que esto debe cambiar, y cada uno hace lo que puede para que así sea, trampeando la realidad, porque no hay otra manera. Muchos no pueden hacer más esfuerzos económicos o tienen miedo de hacerlo por lo que pueda pasar.

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Lo que critico es a la gente que sí puede. Y todo esto viene a colación de la noticia del futbolista Piqué, que recién nacido su hijo se fue a las pocas horas a trabajar. Es un hombre que no tiene necesidad, tiene la vida resuelta, tiene un trabajo que no es imprescindible, su hijo necesita a su padre igual que el del obrero, su mujer necesitará apoyo igual que todas las que parimos… pero aplaudimos su amor al trabajo.

Criticamos un sistema que nos hace ir a trabajar un montón de horas y no ver a nuestros hijos y que sólo da 15 días de baja paternal a los padres y 16 semanas a las madres, pero aplaudimos que los famosos y poderosos vayan a trabajar. Incoherencias de este país.

Evidentemente cada uno puede hacer lo que quiera, pero hace un flaco favor a la gente que querría estar con sus hijos. Casi pediría que dieran ejemplo, que normalicen las bajas de paternidad, que se impliquen y que sumemos entre todos para hacer una sociedad más pro-niños. Porque los demás ya intentamos conciliar día a día.